Publicado por FuturCropel Martes, 27 Noviembre 2018
La utilización de insecticidas en la agricultura se realiza en ocasiones de manera preventiva e indiscriminada, con el consiguiente daño medioambiental. Nuevas tecnologías permiten racionalizar su uso a lo imprescindible.
Nuevas tecnologías para el control de plagas ante

Las temperaturas crecientes y las concentraciones elevadas de dióxido de carbono asociadas con el cambio climático, tendrán un impacto sustancial sobre las interacciones entre las plantas y las plagas, sobre los programas de manejo integrado de plagas (MIP) y sobre los movimientos de especies de plagas. Se espera un incremento sustancial de los brotes de plagas, debido a su rápido desarrollo en respuesta al aumento de las temperaturas. Los cambios inducidos por el clima presentan desafíos para los programas agrícolas sostenibles, basados en el manejo integrado de plagas (MIP).

Si la producción de alimentos a nivel mundial tiene que mantener el ritmo de crecimiento de la demanda, necesitamos nuevas maneras de producir, una adecuación de los programas en el MIP y la mejora de los tiempos de respuesta a los nuevos brotes de plagas.

El aumento de las temperaturas

Las temperaturas en la mayoría de las regiones del mundo están aumentando, y ya hay indicios de que las plagas y las plantas están respondiendo a los cambios. Estas temperaturas no son sólo el resultado de los días más calurosos de verano, sino también de menos días fríos y menos heladas. Esto puede favorecer el crecimiento de  hongos y plagas, alterando la interacción del triángulo de la enfermedad (hospedero - patógeno ? ambiente),  y por tanto reducciones en la producción de los cultivos.

Hay que tener en cuenta también que el aumento de las temperaturas favorecerá a las plagas con ciclos reproductivos cortos y múltiples generaciones anuales. Debido al aumento de la tasa de desarrollo a temperaturas más altas, estas especies podrían añadir aún más generaciones y así podrían alcanzar potencialmente una población mucho mayor al final de la temporada. El efecto máximo, se puede esperar en aquellas regiones donde las temperaturas crecientes eliminen por completo las heladas, lo que permite a este tipo de plagas que se reproduzcan durante todo el año. Esto permitirá una variedad de nuevas plagas tropicales y subtropicales que se expandirán en estas áreas. Los efectos de estos cambios en la diversidad de los ecosistemas naturales y agrícolas probablemente serán profundos.

A raíz de estos cambios se presentan algunos desafíos que se deben planificar:

  • La expansión de las plagas (en general las plagas se están desplazando hacia el norte.
  • La aparición de plagas en lugares muy distante a los de origen.
  • Cambios en los ecosistemas que permitirán que algunas plagas puedan alcanzar nuevos y dramáticos niveles de población, mientras que otras especies estarán en extinción.

Expansión de las plagas

En el hemisferio norte, ya se están detectando la migración desde el sur de poblaciones de plagas. Una de las razones para tales expansiones es un cambio en los patrones de las heladas. A medida que aumentan las temperaturas, baja la frecuencia de heladas y aumentan los períodos libres de las mismas, que dan como resultado un aumento de la duración e intensidad de las plagas.

El incremento de las temperaturas propiciará que los productores puedan anticipar la plantación de sus cultivos. Estas plantas, al estar disponibles para las plagas que los infestan, permitirán que las poblaciones de plagas crezcan de forma aún más rápida, al añadir generaciones adicionales durante el período de crecimiento. Esto significa que muchas plagas sufrirán aumentos importantes de población al final de la temporada correspondiente.

Nuevas plagas

Nuevas especies de plagas llegan con frecuencia de un país a otro, debido principalmente al rápido movimiento de personas y mercancías. Sin embargo, las temperaturas cada vez más cálidas, significa que las plagas que antes no podían sobrevivir ahora pueden prosperar en su nuevo entorno.

Cambios en los ecosistemas

Las temperaturas más cálidas beneficiarán algunas especies de plagas por encima de otras. Además, esto podría llevar a que se eliminaran poblaciones de insectos, como podría ser la de algún parásito, que podría conducir a un aumento de los daños causados por algunas especies (como los de algunos tipos de orugas) que probablemente redundaría en un aumento de las aplicaciones de pesticidas.

Preparación para el cambio climático

El manejo integrado de plagas (MIP),  es la estrategia más ampliamente utilizada para el control de plagas. Este enfoque integra generalmente controles biológicos (depredadores, parásitos y patógenos), controles químicos (pesticidas) y controles culturales (tales como variedades de cultivos resistentes y los tiempos de siembra), para reducir las plagas por debajo del umbral de población que causarán pérdidas económicas. La mayoría de los investigadores y productores tratan de diseñar programas de MIP que maximicen los retornos económicos y  de sostenibilidad, al tiempo que minimizan los posibles impactos ambientales. Esta estrategia se basa en un amplio conocimiento de cuántas insectos pueden tolerarse antes de que se produzcan pérdidas de rendimiento. Ya actualmente, debido a que el desarrollo del insecto es más rápido a temperaturas más altas, las poblaciones se desarrollan más rápidamente y, por tanto, los daños a los cultivos ocurren antes de lo esperado, obligando adecuar los umbrales de tratamiento basados en insectos por planta.

En mi empresa hemos desarrollado FuturCrop, un software que, utilizando técnicas de Inteligencia Artificial, envía avisos al usuario sobre el estado de desarrollo biológico de las plagas. Lo cual permite planificar y realizar tratamientos más eficaces, evitando los tratamientos preventivos e innecesarios. Utilizando adecuadamente el programa se puede llegar a una reducción de un 30% en el uso de agroquímicos, y de un 47% de biopesticidas, con el consiguiente beneficio medio ambiental. La información que facilita el software también es útil para conseguir mayor eficacia en el control biológico de las plagas, también afectado por el cambio climático. En algunos casos, el aumento de las temperaturas pueden reducir en gran medida eficacia de los parásitos/predadores de plagas. Por ejemplo, las diferencias entre las tolerancias térmicas del anfitrión y sus parasitoides pueden conducir a la separación temporal o geográfica entre unos y otros. Así podría suceder, por ejemplo, con la mosca Drosophila Simulans, que es un huésped adecuado para la avispa Leptopilina heterotoma a temperaturas entre 18 ° C y 22 ° C, pero se convierte en un pobre anfitrión a 26 ° C.

Los programas de MIP que se basan en modelos fenológicos que correlacionan la temperatura y el desarrollo biológico, como es el caso de FuturCrop pueden ser la solución para poder anticipar los eventos de las plagas y para dar respuesta a estos cambios de patrones.